Se sentó en el baño a esperar una vez más. No sabía qué esperaba, no sabia qué pensar. La ducha no la había despertado, no la había refrescado, no le había solucionado nada. Es tan utópico el hecho de pensar que algo de afuera te puede salvar. Se sentó. Se sentó y espero. Las lagrimas comenzaron a caer en su rostro, sus ojos se comenzaron a inflamar, sus manos comenzaron a temblar y todo su cuerpo a transpirar. La ducha ya no le servia de nada, la limpieza se esfumo una vez mas. Estaba sentada, ella sola con su toalla, envuelta, desnuda, desprotegida una vez mas. Ahí adentro, encerrada, encerrada en su cuerpo y en su alma. Encerrada en esas cuatro paredes que la soportaban. Los azulejos tenían ya otra forma; la nube que sus lágrimas habían dejado no le permitía visualizar en que parte del baño ahora se hallaba. Tal vez estaba tirada, tal vez estaba parada. Nada importaba. No oía, no veía, no pensaba. Las ideas fluían, su conciencia le hablaba, ella callaba. Escuchaba, intentaba hacerlo, quería hacerlo. Quería que alguien la saque de ahí, que le enseñe a caminar y a pensar, que le arranque la tristeza de su continua soledad, que le diga que no es ella. Que es la vida. Que le diga qué hacer. Abrió los ojos y se dio cuenta que estaba ahí, que ella misma se hablaba, que ella misma se atormentaba, que ella misma se defendía y autodestruía. La conciencia no es otra cosa que lo que rige nuestro ser, ¿o nuestro ser no es otra cosa que lo rige a nuestra conciencia? Tan chiquita se sentía, tan indefensa se veía, hinchada, nublada, desnuda, tan sólo con su toalla. Se cambió, se peinó, y se marchó.
Todo lo que logra es tan sólo por la inercia que te deja el vivir, tan soòo lo natural que es caminar, anonadada, sin escuchar ni ver más nada.
Le cayó mal. Lo hizo mal y lo sabía. Todo dependía de ella y lo sabia. La cobardía la hundía. La realidad la asustaba, la fantasía la saludaba. Por eso pensaba, por eso escribía, para salir de esa triste realidad que la consumía.
Fue conciente e igual lo hizo, y concientemente se mata. Esa angustia que la hunde y la persigue, que la hostiga, la tortura, la apabulla. Ese no saber qué hacer, ese querer y no deber, ese actuar que le saca de a poco toda su humanidad, que la hace aferrarse a medios que no quiere, que no conoce, que no le hacen bien, tan solo para llegar al fin que todos le dicen que debe poner. Su conciencia ya no es suya, no sabe quién fue ni quién es. No sabe si habla de ella, por ella, para ella. No sabe si habla por el o por aquel. No sabe si es lo que quiere o lo que le dicen que tiene que querer. Esa maldita costumbre a la que estamos todos atados, esa maldita costumbre de naturalizar lo bueno y lo malo, de luchar porque así debe ser y no porque así queremos que sea. Luchar y no dejarnos caer, porque no sabemos qué implica caer, luchar para salir, quién sabe por qué ¿o para qué? Esa maldita puta costumbre de aceptar, de ahogarse y de salir porque no hay que caer. Porque sos más y porque mereces más. Ese maldito instante efímero de felicidad. Esa patética felicidad, esa puta felicidad por la que actuas, por la que vivís, por la que llorar y te matas. Te matas por ella y no llega. ¿Vale la pena la muerte de efímeras etapas que siendo tan utópicas hacen bien, tan sólo para conseguir otra puta, efímera y utópica etapa que será igual? Porque mierda cambiar, para que lado correr, qué hacer, qué pensar, si su conciencia ya no es suya, siempre fue de alguien más. Le corresponde, se la adueñó como se adueñó de cada puta, efímera y utópica etapa que dejó, o cree que va a poder, que le dicen que tiene que poder dejar atrás. Y si no quiere, ¿cuál hay? No es melodrama, es buscar su libertad. Puta, efímera y utópica libertad.
jueves, 22 de abril de 2010
utopia se llamo en su momento, que siga siendo asi...por ahora...
hace bastante que vengo con ganas de escribir algo "copado" y no encuentro el momento justo para decir, que bueno loco estoy escribiendo!!, asi que me puse a revisar "mis archivos" y encontre este texto que hice el año pasado, si lo leyera mi viejo me llamaria corriendo preocupado por si estoy o no al borde de la depresion jaja, tranquilo viejo le diria con una sonrisa tirando a medio ironica ¿quizas?, no me personifiques en cada cosa que hago, por que muchas veces me pongo en la piel de otro para dejarme llevar...no se si es el caso de esta cosa que puedo llamar historia, pero la encontre, me gusta, me gusto y me gustara siempre siempre, por que relata un momento lamentablemente especial. Y queda justo con el pajerisimo dia que tengo hoy, que ni ganas de escribir me dan, y raramente, no incluye un porque especial; solo espero que caiga una luz del cielo y me anime las energias para sacarme las medias de lana y hacer algo. Y sin mas preambulos presento una de mis pequeñas primeras creaciones....
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te zarpas, Tortorella =)
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