lunes, 21 de junio de 2010

Un velo de alquitrán en la mirada

Que lindo sería tener memoria de tiza y un borrador siempre a mano. Así veríamos volar recuerdos hechos polvillo, y ni bien nos cosquillearan en la nariz,podr+iamos alejarlos con un estornudo.
Que lindo sería hacer bollitos de papel con el pasado y hacerlos saltar por los aires, prender el fuego y mirar como la llama se consume, crepita, se eleva hacia la noche, y el humo nos deja para siempre.
Que lindo sería apretar rewind y volver a grabar sobre las imágenes, los sonidos, los sabores, otras imágenes, otros sonidos, otros sabores, y que cuando nos pregunten qué había antes en la cinta podamos contestar: "Uy, la verdad que no sé"
Que lindo sería que todo se arreglara pasando CIF crema sobre ese rincón rebalsado de historias y la superficie quedara impecable, lista para escribir nuevamente. Todo borrado, todo (hasta un "Yo te todo" en tinta indeleble)
Que lindo sería resetear nuestro sistema para que arranque nuevo, sin tener que detonar las ruinas del anterior para, trabajosamente, armar de nuevo, construir, arreglar aquello roto que valga la pena rescatar.
Que lindo sería meter la mano en nuestra cabeza y arrancarle las hojas tachadas, borroneadas, mordisqueadas, o llenas de palabras que ofenden nuestros ojos (fotos veladas de un tiempo mejor)
Sería tan lindo sacar la basura del corazón como se saca de la casa. Que las heridas cicatricen con una sola pasada de alcohol. Que no sangre. Que no duela. Que no muerda las entrañas. Pero sabemos que no es así: la memoria es una pared de ladrillos, que a veces se cubren de moho. No cede ante los golpes, no podemos dinamitarla, sólo podemos darle puñetazos que al final lo único que rompen son nuestros huesos contra su inquebrantable figura. Lo único que podemos hacer es pintarla, cambiarle el color, cubrirla con el empapelado que más nos guste, recordar que siempre estará ahí pero cambiar el modo de verla. Después de todo, entre tanto resto de mugre también estan los ladrillos que nos mantienen de pie.
Hola memoria, ¿cómo estás? Te hace falta una mano de pintura.

1 comentario:

  1. Memoria, cuán cruel eres! Tú me haces sufrir de una forma indescriptible. Tu soberbia presencia me deja sin respirar, porque de lo único que te encargas es de recordarme las veladas gloriosas que te empeñas en subrayar, no existen más.
    Memoria, ¿por qué lo haces? ¿Será por lo postergada que quedas cuando me subo a las felices aventuras del presente inmediato? ¿Será por tu maldita facilidad de manejar mi vulnerabilidad de forma magistral?
    Y al fin, y al cabo... de qué valen mis lamentos. Tú sabes soberbiamente que en la vida, siempre, estarás monitoreando mis vivencias; vivencias que hoy, son tan dulcemente duras. Y sentida en el trono de mi mente -y con línea directa con mi corazón- disfrutas con tu vestido de gala mi lamentable padecer...

    L*

    ResponderEliminar